Me quiero trasladar a una mañana de viernes, creo que podría ser si mal no recuerdo en enero, en el viejo comedor de mi casa desayunando con mi hermana, en esa vieja mesita redonda que lo presidía, como testigo al lado de nosotros estaba el viejo canasto que contenía la vajilla utilizada en el jueves de San Roque, y que la noche anterior mi padre se la trajo para que mi madre la adecentara y limpiara. Mi madre, durante el desayuno, nos anunció que este año la Virgen saldría otra vez y según le había comentado mi padre la noche anterior, era a mediados de mayo.
Indudablemente ya nada fue igual para toda la gente y hermanos de nuestra hermandad del Santo Entierro, en los viejos pasillos franciscanos y dependencias del ex-convento, se respiraba un aire especial, una ilusión para que llegara tan ansiado día y poner a nuestra titular en una salida extraordinaria con motivo del primer centenario de la reorganización de la hermandad.
Tras la estación procesional de aquel Viernes Santo, donde todos hablábamos ya entre líneas y soñábamos con el próximo domingo 11 de mayo, la sala de Cabildos se conmovió ante una noticia inesperada, hablamos de la antigua sala de Cabildos que está junto al salón taller de costura, de nuestras recordadas “niñas de San Roque”, Rosarito, Isabel y Carmelita. El comentario era de que Luis Godino y unos cuantos músicos de la A.M. Santa María Magdalena, intentaban formar una nueva agrupación musical. Dicha noticia se hizo realidad, cuando miembros de la nueva formación musical se ofrecieron a la junta de gobierno, para la salida procesional extraordinaria del 11 de mayo.
Creo recordar que fue un sábado al mediodía, cuando se presentaron en la iglesia miembros de la banda para intentar llegar a un acuerdo, este niño recuerda allí a músicos, como Mariano Palomo, Antonio Luis Godino, Pepe Segura, Juan Carrillo y los hermanos Gallardo, por supuesto todos bajo la batuta de el maestro Luis Alfonso Godino, también recuerdo unas bromas entre Luis Godino y nuestro recordado Romualdo, amigos desde la infancia, pues éste último sentenció el acuerdo: “ vale Luis, de todas formas no os vamos a pagar”, a los que Luis también sentenció, “ bueno vale, dame la mano y no me pagues”. Indudablemente después de la broma se formalizó el contrato correspondiente entre ambas instituciones.
Tras unos intensos preparativos, pasábamos más tiempo en la iglesia que en mi propia casa, llegó el día más esperado, al acostarme mi padre me comenta “acuéstate temprano que mañana Rafael Matute, nos espera en San Roque a las 8 de la mañana”.
Noche de despertar mil y una vez, mirando el reloj. A las 7 de la mañana recuerdo que nos encontrábamos tomando café en el pequeño comedor y cual fue nuestra sorpresa que a las 7 y media sonó el aldabón con unos golpes impresionantes que retumbaron en toda la casa, mi padre rápidamente fue a abrir la puerta, a lo cual yo lo le iba acompañando unos metros mas atrás, al abrir la puerta, un Rafael Matute en estado puro de nervios, “Manuel la soga de la campana está partida”, a lo cual mi padre entre risas responde: ”¡pues empezamos bien el día Rafael!”, “no te preocupes voy a mirar en mi Land Rover que ahí tengo una cuerda que nos puede sacar del paso” y dicho y hecho, los tres nos encaminamos hacia la parte superior de la iglesia y tras subir por una terrible y vieja escalera subimos hasta la bóveda y llegamos hasta el campanario, me acuerdo que Rafael siempre me decía: ”¡niño! Pisa por donde yo piso, así no tendrás problemas”. La operación “soga del campanario” se hizo sin problemas.
Llegó la hora definitiva, donde todo estaba consumado, la Virgen en un auténtico vergel de flores, y los más jóvenes nos fuimos a la calle cuando escuchamos los tambores a marcha ordinaria de la nueva banda, se veían caras de alegría y orgullo y una marcialidad impresionante en el desfile. Al llegar al porche de San Roque, rito habitual del maestro Luis Alfonso Godino, que consistía en entrar en la iglesia acompañado de Pepe Segura y anunciar al hermano mayor que la banda estaba formada en la puerta.
Una vez que el paso llegó al dintel de la puerta, con esos gladiolos que rozaban las paredes laterales, empezó la historia de un sentimiento musical, llamado “Victoria Arahal”. Caras de satisfacción al volver de recogida al barrio, ¡jamás he visto un color turquesa en el cielo, como el de ese día! y esa cara sonrosada de la Madre de Dios como diciendo,” gracias por acompañarle en este recorrido”. Entre los miembros de la banda, costaleros y miembros de la hermandad, abrazos de júbilo por el día vivido.
Para finalizar quiero recordar, unas palabras de mi difunto padre cuando me dijo: “Vamos a disfrutar este día al máximo, porque otro centenario no lo vamos a vivir”.
Felicidades a la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Victoria por su 40 aniversario y a mi querida hermandad del Santo Entierro por su 140 aniversario de su reorganización.
Francisco de Paula Fernández García, hermano del Santo entierro y RR.PP de Victoria Arahal.